Historia de Sabiñánigo

Sabiñánigo, también conocida como “la puerta del Pirineo”, es una localidad oscense con una historia tan rica como sus paisajes. Aunque a menudo pasa desapercibida frente a destinos más turísticos del Pirineo, su evolución desde un pequeño núcleo rural hasta convertirse en una ciudad industrial clave del Alto Gállego merece ser contada.

Orígenes y época medieval

Los orígenes de Sabiñánigo se remontan a tiempos prerromanos, aunque los restos arqueológicos son escasos. La cercanía al paso natural del río Gállego y a rutas pirenaicas favoreció asentamientos desde épocas muy tempranas.

En la Edad Media, el territorio formó parte del antiguo Condado de Aragón, en los inicios del Reino de Aragón. Durante esta etapa se construyeron muchas de las iglesias románicas del Serrablo, testimonio de una cultura rural profundamente ligada a la religión y la arquitectura popular. Aunque no todas están en el núcleo urbano de Sabiñánigo, reflejan el peso de esta tierra en la historia del Alto Aragón.

El pueblo original se situaba en Sabiñánigo Alto, sobre una colina desde la que se domina el valle. Esta ubicación estratégica permitía controlar el paso hacia los valles pirenaicos, lo que tuvo valor defensivo en tiempos de conflictos y disputas territoriales.

Edad Moderna y estancamiento rural

Durante los siglos XVI al XIX, Sabiñánigo vivió como muchos otros pueblos del Pirineo aragonés: con una economía basada en la agricultura, la ganadería y una vida comunal organizada en torno a la iglesia y el ayuntamiento. Su crecimiento fue muy lento y apenas superaba unas pocas decenas de casas.

La llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX —especialmente la línea Zaragoza–Canfranc, abierta en 1893— supuso el inicio de un cambio radical. Este nuevo eje de comunicación convirtió a Sabiñánigo en un punto de paso entre el valle del Ebro y Francia, aunque aún tardaría en despegar realmente.

Siglo XX: explosión industrial

El gran salto en la historia de Sabiñánigo se produjo a comienzos del siglo XX con la llegada de la industria química. En 1908 se funda Electroquímica de Sabiñánigo, empresa que aprovechó el potencial hidroeléctrico del Gállego y transformó el pueblo rural en un núcleo industrial de primer orden.

A partir de entonces, la población creció de forma acelerada. Se construyeron barrios nuevos, viviendas para trabajadores, escuelas, estaciones, y todo tipo de servicios. El núcleo urbano se desplazó desde Sabiñánigo Alto al llano, donde se desarrolló la ciudad moderna.

Durante el franquismo, la ciudad continuó creciendo gracias al auge de la industria química, metalúrgica y papelera. En los años 60 y 70, Sabiñánigo llegó a concentrar una de las mayores producciones químicas del país. Sin embargo, esta industrialización también dejó problemas medioambientales, algunos de los cuales aún se arrastran, como la contaminación por lindano.

Finales del siglo XX y diversificación

A partir de los años 80, la industria entró en declive, aunque Sabiñánigo logró adaptarse diversificando su economía. El turismo de montaña, los servicios, el comercio y la construcción ganaron peso, mientras se mantenía parte de la actividad industrial con empresas químicas modernizadas como Ercros.

La ciudad también apostó por la cultura con iniciativas como el Museo Ángel Orensanz y Artes del Serrablo y el parque temático Pirenarium. Asimismo, ha sabido aprovechar su situación como base para visitar el Pirineo, especialmente los valles de Tena y Ordesa.

Sabiñánigo hoy

Hoy, Sabiñánigo es una ciudad de unos 9.000 habitantes que combina pasado industrial, identidad serrablesa y vocación turística. Es cabecera comarcal del Alto Gállego y punto de partida ideal para explorar los Pirineos aragoneses.

Aunque su historia ha estado marcada por altibajos, su capacidad de adaptación la ha convertido en una ciudad viva, activa y cada vez más valorada tanto por sus vecinos como por los viajeros que deciden detenerse y descubrirla.


¿Sabías que…?

  • El nombre “Sabiñánigo” podría derivar de Sabinianus, un nombre romano.
  • En aragonés se llama Samianigo.
  • Tiene más de 50 núcleos rurales en su término municipal, uno de los más grandes de España.

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